No podemos entender la trayectoria de Enrique Naya (1953-1989) y Juan José Carrero  (1955-1989) sin hablar de la trágica historia de amor que vivieron a lo largo de 15 años. Fueron uno de los pilares de la movida madrileña y su carrera terminó con la muerte por sida de Enrique Naya en la primavera de 1989, y el suicidio de Juan Carrero un mes después.

 

La historia de Costus se inicia en 1975, cuando abandonan Cádiz y llegan a Madrid, en busca de libertad. Fabio McNamara les dio la idea para su nombre artístico porque estaban todo el día pintando "como costureras". En la capital, después de vivir un tiempo separados -Enrique en casa de su tío el coronel José Ignacio San Martín, posteriormente involucrado en el golpe del 23-F, y Juan con su tío el escultor Luis Sanguino, autor de los ángeles guerreros del Valle de los Caídos-, se instalan en la calle de La Palma del barrio de Malasaña, convirtiéndola al poco tiempo en centro aglutinador de la modernidad. Por allí pasarían Tino Casal, Alaska, Miguel Bosé, Carlos Berlanga, Guillermo Pérez-Villalta o Pedro Almodóvar, que rueda en la casa de la calle de La Palma su película Pepi, Luci, Bom...

 

Su estilo es inquietante y transgresor, a veces barroco y otras kitsch, siempre subversivo y divertido, trabajaban de forma conjunta, Enrique pintaba la figura y Juan el fondo, algo que se invirtió en una etapa posterior. Con sus obras reivindican las raíces tradicionales y profundas de la España desde una visión plagada de ironía y mordacidad como la obra que nos ocupa. Se sentían profundamente españoles y el folclor, la religión y el poder, bajo el prisma del sarcasmo más feroz, se convirtieron en el eje de su trabajo plástico.

 

 

 

ABRIL-NOVIEMBRE 2021

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